lunes, 25 de marzo de 2013

No sé qué


¡Hola a todos! Aunque parezca increíble, aquí estoy de vuelta al universo de adictos. Me había deprimido mucho con el cierre temporal de Adictos, pero gracias a la iniciativa de Dora, a última hora he decidido unirme al proyecto.
Este mes nos pedían un secreto, y bueno, el mío es un tanto idiota e infantil, pero es el único que tengo ahora mismo y, aunque me niego a compartirlo con mis amigas, os lo confiaré a vosotros. Ya sabéis lo que se hacen con los secretos, ¿no? Shh…
¡Espero que disfrutéis!

NO SÉ QUÉ

Tiene algo, un no sé qué que hace que no pueda evitar mirarle de reojo cada poco. Y no lo entiendo.

Cada tarde, como si de una fuerza extraterrestre se tratase, mis ojos se despegan de la pantalla del ordenador para fijarse en su figura y ahí suspendidos se quedan durante varios minutos. Pero sigo sin encontrar explicación.

Porque no es un chico guapo, pero hay algo en su forma de vestir clásica que es adictivo de mirar, algo en su pose de intelectual que atrae como la miel, algo en su forma de teclear o mirar al profesor que hace que una sonrisa coqueta sobresalga en mis comisuras.

Cada día, cuando llego a clase y lo veo, tengo más claro que no es guapo físicamente, más bien es bastante feo, pero tiene ese aire de bohemio británico que me encanta y me resulta fascinante. Algo inexplicable que me provoca fantasías durante el resto del día y que la sonrisa boba no desaparezca.

Es ridículo y lo sé. Cualquier persona que se enterara de mis pensamientos pensaría que estoy loca y que no tengo criterio con el género masculino, porque es feo y un completo empollón. Pero, sin embargo, no puedo evitar que, cuando sus ojos se posan en mí o sus manos acarician de forma amistosa mi brazo, provoquen un revuelo en mi interior que me desordena por completo.

Será esa mirada profunda de chico inteligente o esa extraña forma torpe de actuar con las chicas o simplemente esa chaqueta de tweed británica que lleva puesta perfectamente planchada, como si fuera parte de él. No lo sé, sólo sé que me vuelve loca.

Quizá debería decírselo alguna vez, pero no quiero. Suena ridículo pero me da la sensación de que si lo expreso en voz alta, toda la magia en la que le he envuelto sin que fuera consciente, desaparecería y perdería la ilusión de contemplarle desde lejos.

Pronto se acabará la carrera y no nos volveremos a ver, no merece la pena. Simplemente prefiero mirarlo de reojo por encima de la pantalla del ordenador y fantasear con lo que podría ser y lo que no. Es como un juego que entretiene las tardes aburridas en la universidad cuando desearía estar haciendo otras cosas mejores.

Un juego tonto que me demuestra cada día que el físico no importa, porque muchas veces una genuina personalidad puede absorber los defectos exteriores para convertir a una persona en el ser más atractivo y atrayente en el mundo. Es ese no sé qué que hace a muchas personas únicas y que te hace pensar que el mundo está lleno de personas fascinantes que merece la pena descubrir.

Hacen al mundo un lugar más interesante en el que vivir… ¡Oh, mierda, me ha pillado mirándole, disimula! ¿Por qué se pondrá esa gabardina que le sienta tan bien?

FIN.

He ahí mi estupidez. La verdad es que yo no tengo secretos, nunca me avergüenzo de nada ni tengo nada que ocultar, pero esto sí que me lo he guardado para mí y me parecía digno de escribir lo que siento en letras.

Espero que os hayáis divertido mucho que todos tengáis secretos tan tontos como el mío. ¡Un besito!